4. Conectados
¡Hola, ratillas! No sé qué
planes tenéis para el puente, pero me temo que teníais ganas de daros una
escapada, y os vais a tener que volver a conformar con una maratón de pelis. Y
aún no sabemos cómo será la Navidad este año. Rara, en cualquier caso. No
podremos ver a mucha gente a la que solo veíamos en estas fechas. Pero no todo
es tan malo. Menos mal que la pandemia ha sido en 2020. ¿Os la imagináis en
1960? Sin tele, ni internet, ni móviles. Muchos dirán que leyendo, estudiando,
o con juegos de mesa. Y sobre todo, hablando entre nosotros. No les falta razón,
por cierto.
Hoy he tenido dos
conversaciones por teléfono que no me he atrevido a mirar su duración, pero
tienen el valor de que fueron sin prisas. De quedarme con la sensación de
conocer mejor a esas dos personas que antes. Porque ya no tomamos cafés
interminables como hace años. No tenemos tiempo, no cuadran las agendas, o el
café se ha disparado de precio en las cafeterías últimamente (al menos en
Madrid). O el establecimiento no se puede permitir el lujo de tener la mesa
ocupada indefinidamente para un par de cafés con distancia, mascarilla y gel
hidroalcohólico.
Bueno, siempre nos quedarán
nuestros queridos teléfonos y demás dispositivos. Ya no tenemos excusa para no
hablar. Y ya me estoy enrollando, lo sé, así que vamos al grano. ¿Cuánto pagas
al mes por tus servicios de telecomunicaciones (voz y datos, sin contar los
dispositivos)? ¿Has pensado que puedes pagar menos por el mismo servicio? Hay
varios comparadores de tarifas en la red, pero no te sustituyen a ti. Ni las
apps móviles que te ayudan a controlar el gasto. Nadie mejor que un ratilla de
pro para saber qué necesita, qué valora, y qué paga de más (es decir, sin
utilizarlo). Ahora que se acerca la Navidad, empieza la guerra de ofertas entre
operadores. Ni caso. Bueno, puedes valorarlas, claro, pero mejor para acogerte
a lo que te ofrezca tu compañía sin coste adicional. No es durante la campaña
el mejor momento para cambiarse. Pero sí es recomendable hacerlo de vez en
cuando. Para mí, lo ideal es hacerlo una vez al año, como los seguros de coche.
Porque en estos servicios se “premia” al cliente nuevo, más que al fiel (eso lo
hacen más los comercios de bienes tangibles y no muy de primera necesidad como
ropa, libros… o dispositivos).
Un ratilla de pro debe tener
claras sus necesidades, y hacerse muchas preguntas. Ni los operadores ni los
comparadores lo harán, por eso no te sustituyen (aunque sí te ayudan).
¿Llamas muy a menudo, pero te
enrollas poco? Así haces muchos establecimientos de llamada. Mira lo que pagas,
y compáralo con tarifas planas.
¿Llamas pocas veces, pero
agotas la batería? Aquí irá mejor una tarifa de muchos minutos, o ilimitados.
Mira a ver cuántas llamadas haces y, sobre todo, el tiempo total al mes.
¿No llamas casi, pero tienes
que estar localizable? Necesitas cobertura entonces. ¿Dónde pasas más tiempo?
Ahora seguro que en casa, pero si no teletrabajas, ¿hay cobertura en tu curro?
Habla con tus compañeros y vecinos, y que te digan con qué compañía están, y si
no les falla. Hazte una lista con las que vayan bien, y compara precios.
¿No llamas casi, pero navegas
mucho, y pasas poco tiempo en casa? Busca una tarifa que incluya datos (casi)
ilimitados. Eso sí, no pagues de más. Mira cuántos gigas has consumido en los
tres últimos meses, lo que estás pagando, y lo que te ofrecen. Si has gastado
cuatro, ojo con la oferta de veinte. Acabarás pagando de más. Busca una
ajustada a tu consumo, que sea más económica.
Hay compañías que ofrecen otros
servicios como acceso a ciertas redes sociales sin gastar datos de la tarifa.
Puede ser interesante si pasas mucho tiempo en unas pocas concretas, pero
valora el precio final. Esto también vale para las suscripciones a plataformas
de series, películas, etc. Si sois una familia de cuatro miembros y lo usáis,
genial, pero si no ves series, ¿por qué las vas a pagar ahora? No piques.
Y muchas de ellas tienen
permanencia. Aquí la ley no es clara (al menos para mí). Por un lado, hay
libertad de contratación, y cláusula que firmas va a misa. Por otro, la ley no
permite el “abuso de posición dominante” (frente a la competencia), ni las
“cláusulas abusivas” (frente al consumidor). Pero a los Tribunales no vas a ir
por una permanencia, con eso juegan. Pues juega tú con sus caramelitos para
nuevos clientes, y cambia de compañía cada año, por lo menos. Así podrás
disfrutar de ser nuevo las veces que quieras. Apúntate la fecha en que tu
contrato es efectivo, y un mes antes de que venza, estudia tu consumo y el
mercado. Y cuando te vas, no veas cómo te bombardea tu compañía anterior a
ofertas, pudiendo haberlo hecho cuando aún estabas. Juega con ello. No debes
fidelidad precisamente a una compañía de telefonía. Ojo, que hay tarifas que
son promociones (sobre todo en Navidad y en verano), apúntate el período de
vigencia. Que se acaba, y no te enteras hasta que ves el cargo en tu cuenta y
te preguntas qué has roto. Y no te cambies por una campaña corta, a no ser que
las tarifas ordinarias te compensen, y tengas buen servicio. Puedes estar
confinado sin cobertura, y pagando más que antes al acabar. Y la compañía,
ganando a tu costa mientras cuantas los días como Tom Hanks en Náufrago
esperando a que acabe la permanencia.
Bola extra: las líneas
adicionales. No lo aceptes sin más. Suena muy bien como oferta, pero haciendo
números, no siempre compensa. A lo mejor tu pareja no habla tanto como tú, y
estáis mejor cada uno con su compañía.
Partida extra: ¿contrato o
prepago? Depende de tu necesidad. Con un prepago, si se te acaba el saldo,
puedes no recargar hasta que haga falta. Si no hablas mucho, o pones un límite
de gasto a tus hijos (o padres), te puede compensar.
Y dicho esto, ratillas, que no
os falten la cobertura ni la batería estas fiestas, y las disfrutéis en lo
posible, si no “juntos”, “conectados” con vuestros seres queridos.
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