11. Ratilla de pro… ¿o ratón de biblioteca?
Hola, ahorradores, ¿cómo vais con el presupuesto? Seguro que
alguno lo está llevando a rajatabla, pero algún otro estará haciendo como el
Congreso (es decir, posponiéndolo).
Bueno, hay también ratillas de letras que están pensando
dejar de seguirme después de una tortura de cifras, pero seguro que son ratones
de biblioteca, y además ratillas de pro en potencia.
Entre lo malo que hace, la visita de Filomena, los días
cortos, y unas rebajas desconcertantes (¿para qué quiero otras botas, si tengo
tres pares confinados?), dan ganas de invertir en un sillón cómodo (no tiene
que ser caro, solo cómodo), quitar el polvo de las estanterías, y (re)descubrir
nuestros propios libros. Y ya que estamos, hacer un expurgo de leyes derogadas
y libros de texto obsoletos, hacer una lista de los prestados para reclamarlos
(ojo, que son muy orgullosos y luego no quieren volver) … y otra paralela de
los que tenemos que devolver a sus dueños (¿hemos puesto el nombre de quien nos
lo dejó en un post-it, por dentro del forro, por cierto?)
Por supuesto que los libros nuevos son siempre bienvenidos,
pero podemos sacarles a todos más partido del que parece.
1.
Si a tu madre le han traído los Reyes ése por el
que suspiras, métele prisas para que lo lea en vez de ver tanto Sálvame, y vete
a verla con uno que te hayas leído ya para intercambiar, en vez de un tupper
vacío o una bolsa de ropa sucia.
2.
Aunque suene a sacrilegio, si no te gusta un
libro, no te lo metas con calzador. Libéralo. ¿Cómo? Hay muchos lugares
públicos (bares, reprografías, vestíbulos de centros docentes, incluso parques)
donde la gente los deja. Deja tú uno, y llévate otro que te guste más.
3.
Ese reencuentro con tus amigos de fuera, cuando
estemos todos vacunados, será el primero de muchos si os cambiáis un libro,
para devolverlo la próxima vez. Leeréis y hablaréis más.
4.
El punto anterior es aplicable al vecino.
5.
Como buena española, voy a dividiros, jejeje.
¿Sois de Kindle, o de papel?
a.
Si tenéis espacio en casa, y solo el olor a
tinta os parece mejor que el de un buen queso francés (no olvidéis que sois
ratillas), o no hay amarillo mejor que el del Gruyére, salvo el del papel
avejentado, sois de papel, sin duda. No os importa llevar “equipaje” en el
metro camino del curro.
b.
Si tenéis alergia a las gafas de presbicia, y el
espacio se puede reinventar como pista de baile, mesa con muchos invitados o
almacén de artilugios para hobbies (guitarra, caballete, bicicleta…), lo
vuestro es una mega-biblioteca virtual en un discreto e-reader, con su lucecita
por si no tenéis un piso muy luminoso. E-book es lo de dentro, ojo.
6.
Y ahora sacáis un té, café o cerveza, y hacéis y
la lista de libros que queréis leer… ¡y de quién os los puede prestar!
7.
Bola extra: este ahorro es más de tiempo que de
dinero. ¿Eres, además de un roedor ilustre (por no repetirme más), un freaky de
los idiomas? Pues lee sobre un tema que te interese (o te apasione), y en el
mismo gesto te entretendrás y mejorarás tu vocabulario en la lengua que
estudies.
Y esto es todo por hoy. Si dejáis
de seguirme, que sea porque estáis leyendo un buen libro. Me despido, casi
casi, como Fernando G. Delgado cada sábado al acabar el Telediario, hace ya
unos poquitos años.
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