19. No irás a tirarlo

 

¡Hola, ratillas! ¿Ya habéis sacado la basura? ¿Cada cuánto lo hacéis? ¿Y si estáis produciendo demasiada? ¿Y si algún envase o bolsa se puede reutilizar? El océano y el bolsillo te lo agradecerán infinitamente. Ahí van algunos ejemplos, por orden alfabético.

Bandejas de corcho donde va la fruta: las podemos poner para apoyar frutas o verduras cortadas al meterlas en la nevera, para que no goteen y ensucien. Vale también para las carnes o pescados frescos o descongelados.

Botes de vidrio: Es verdad que el vidrio se supone que se recicla, pero tener en casa algunos tarros de varios tamaños nos puede hacer ahorrar en tupper (resisten microondas, lavavajillas y congelación). Están bien para congelar una olla de caldito casero dividida en raciones, o para hacer mermelada casera. Y si la compartimos, no nos tenemos que preocupar de que nos devuelvan el bote. O para llevar la comida del bebé si vamos a pasar el día fuera de casa.

Bolsas de congelar: Aunque parezcan caras al principio (sobre todo las herméticas), si después de usarlas se meten en el lavavajillas, quedan perfectas, y dejamos de usar (y tirar) tanto film o papel de aluminio.

Bolsas de pan de molde o bollos: Se pueden utilizar para envolver el bocata (si no es grasiento), luego para basura, y se tira una hoja menos de papel.

Bolsas de papel: Para guardar pan o plátanos fuera de la nevera.

Bolsas de plástico del súper: Hoy por hoy, la basura se separa, se recicla… pero se sigue tirando en bolsas. Pues las guardamos, y no tenemos que comprar las que venden para eso, salvo que hayamos hecho un fiestón en el chalet y tengamos un contenedor de un metro de altura, cuando nos dejen juntarnos los que queramos. ¡Encima de que ahora nos las hacen pagar (y eso que les damos publicidad mientras las paseamos)!

Bolsas de plástico pequeñas del súper, frutería, carnicería…: Es decir, las que cogemos del dispensador, que son gratis. Nos pueden ahorrar alguna de las anteriores, y sirven para lo mismo: basura, bocata, o una chaquetita de punto dentro del bolso, para que no se enganche con las llaves.

Bolsas de plástico transparente de las tiendas de frutos secos: Se pueden volver a utilizar mil veces. Un uso no tan conocido: para congelar el puré del niño en dosis individuales. Son flexibles.

Bolsas de tela: No las solemos tirar, pero podemos usarlas más a menudo. Podemos llevar ahí ropa sucia o zapatos dentro de la maleta. Y luego, a la lavadora y punto. Si vamos de compras, la sacamos, y no nos llevamos más bolsas de los comercios para ocuparnos sitio en casa… ni en el mar.

Botellas de agua de cristal: Están bien para rellenar con agua del grifo, como alternativa a las de plástico, si vamos a estar en casa o en la oficina. Otra cosa es tener que cargar con ellas en la mochila.

Botellas de plástico: Se pueden rellenar y reutilizar, pero nada de meter productos de limpieza en botellas de alimentos. No estamos para sustos. Podemos enterarnos de dónde se venden productos de higiene a granel, y guardarlas para eso. Un envase menos que se producirá. Y si las llenamos de agua y las ponemos boca abajo con un agujero en el tapón, a modo de gotero, podemos tener las plantas regadas mientras estemos de viaje.

Cajas de cartón: Para meter cosas de las que nos pensamos deshacer, o para almacenar lo que no utilizamos temporalmente (ventilador, estufa). Es verdad que ocupan espacio, pero así podemos apilar nuestros objetos en el armario. Y para embalar lo que vendamos, o hacer mudanza.

Calendarios: A veces nos los regalan maravillosos. No se tiran. Seguro que dentro de 6 u 11 años vuelven a servir.

Cartones de huevos: No está mal tener un par de ellos, por si un día los encontramos a granel cerca de casa, a un precio razonable. Y hay gente que insonoriza su garaje o su casa forrando paredes y techos con ellos, y así no se ven obligados a invitar a los vecinos a sus fiestas o ensayos musicales.

Cartones sin más: Pueden convertirse en vaina para llevarse un cuchillo de viaje con seguridad (sobre todo si hay jamón).

Cepillos de dientes o de uñas: Si ya no los utilizamos, antes de tirarlos se pueden utilizar para limpiar grifos y desagües.

Correspondencia recibida: Si no es personal (ya no se lleva mucho), se puede utilizar la cara de detrás para hacer listas de la compra, organización de menús, o listas de tareas. Como me oigan los de los cuadernos Tauro…

Frascos pequeños de gel, champú o mini-pastillas de jabón de los hoteles, mini-botellitas de aceite de los restaurantes, sobrecitos de azúcar y sal, etc: Están genial para cuando hacemos un viaje corto. Los productos en formato viaje siempre salen más caros, no lo olvides. Se rellenan con lo que haya en casa, y no hay que comprarlo en destino. Y podemos volar con ello perfectamente. ¿Cuándo podremos darnos una escapada de fin de semana en avión?

Envases semirrígidos de plástico para fruta: No tienen mucha utilidad, pero a lo mejor para llevar fruta en la nevera de camping, o a la oficina, nos hacen el apaño (para que no se aplaste con la botella de agua, por ejemplo).

Envases de yogur: Pueden revivir como semilleros. Las semillas de pimientos y tomates que compramos germinan, y si las cuidamos bien, dan frutos. Hasta podemos proteger las plantas del frío y de la evaporación con bolsas de ensalada con agujeros.

Fundas de plástico de la tintorería: Protegen nuestro nórdico del polvo, o nuestros trajes de fiesta. Y si ya tenemos más fundas que prendas, se pueden cortar y utilizarse para tapar sofás, o incluso el suelo, si vamos a pintar la casa.

Huevo roto: Si yendo del súper a casa se nos ha roto un huevo, podemos hacernos una mascarilla para el pelo, batiéndolo con un poco de aceite. Esto también vale para la mayonesa que lleva más de dos días en la nevera. Y para la cara, quien no tenga la piel muy grasa.

Papel de regalo, cinta de adorno: Cuando te hagan un regalo, no rompas el papel, y quita la cinta adhesiva con cuidado. Guárdalo enrollado. Te servirá para forrar los libros que te presten, o para envolver otro regalo que tú hagas.

Plastinudos: Los alambritos plastificados de la bolsa de pan vienen bien para cerrar bolsas de patatas fritas o frutos secos si hemos tenido la fuerza de voluntad de no acabarlas de una sentada. Y si haces huevos poché, están muy bien para cerrar la hoja de film donde los envolvemos para hervirlos.

Principio y fin del pepino: Recién sacado de la nevera, puede refrescar unos ojos cansados y ahorrar una dosis de contorno.

Posos de café, o Coca-Cola sobrante sin fuerza: desatascan tuberías.

Tarrinas de plástico: El queso fresco, el guacamole, etc. vienen en unos botes con tapa que cierra bien. Si los lavamos, podemos llevar la ensaladilla a la oficina, sin preocuparnos de traerlo de vuelta. O si ha sobrado media cebolla, la guardamos en una de esas, y así ni huele toda la nevera, ni gastamos papel de aluminio ni film. No vale meter en el microondas (pero sí en el lavavajillas)

¿Y tú, ratilla? ¿Qué cosas que tira todo el mundo aprovechas? ¿Cómo las reutilizas? Cuéntanoslo en comentarios.



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