37. Comidas navideñas
¡Hola, ratillas! En estos tiempos tan convulsos, de vaivenes de precios de la luz, de los alimentos, de problemas de suministros, cualquiera se atreve a escribir. Se queda todo antiguo.
Estaréis todos preocupados con estas subidas de los productos frescos, entre otras cosas, de cara a estas fiestas. Todo el año ahorrando, para que ahora vayáis a comprar pavo, turrón, uvas, y os atraquen a mano armada. ¡No hay derecho! ¿Se quieren subir el sueldo? Tú también. Si te dicen que han subido la luz, el combustible, etc… di que tu sueldo solo lo subes tú. Que sí, que sí que puedes.
Para más emoción, llega la ola Ómicron, no sabemos cuándo nos van a poner la tercera dosis, y nos recomiendan limitar las reuniones. Es de entender. Tendremos que tener cuidado, pero no nos puede parar el miedo. Mascarilla, ventilación, y reunirnos, pero de menos en menos. Y… ¿cómo optimizamos nuestras comidas? Van unos tips.
1. Con productos más básicos. Pollo en vez de pavo, solomillo de cerdo en vez de lechazo, pescados del súper, cava en vez de champagne, no tantas variedades de turrón (total, estamos llenos cuando llega el postre)
2. Con productos de temporada. La calabaza asada está deliciosa, y puede dar otro aire a una carne modesta. Unos granitos de granada pueden dar color a una ensaladilla o cóctel servido en hojas de endivia o cogollos. Hay setas y castañas para hacer cremas muy aromáticas, como una buena alternativa a la sopa de almendras salada. La lombarda y el cardo pueden aligerar el menú, y con manzana reineta se puede hacer purés o chutneys para un redondo de ternera.
3. Con productos de la tierra. Que os repercuten el coste de llevar cabrito a Galicia, pulpo a Madrid, o cardo a Cataluña, con lo buenos que están sus calçots. Menos pijerío, y más impulso al comercio local.
4. Con conservas y congelados. Cuanto más se acerca la fecha, más sube el precio por la demanda. Las uvas de la suerte se venden peladas en conserva, con eso minimizamos el riesgo de atragantamiento (aquí no respondemos del vestuario de Chicote y la Pedroche). Los langostinos congelados se pueden comprar hoy, y quedan a prueba de subidas. Y ¿esa lata de melocotón en almíbar del fondo de la despensa? Ni tan mal hacer un relleno de palitos de cangrejo, cebolla picadita y huevo rallado.
5. Platos nostálgicos, pero currados. Por mucho que en El Comidista digan que es viejuno, podemos rescatar los dátiles con bacon, los canapés de pan de molde salmón y Philadelphia (renovados con un pellizquito de eneldo), tartaletas de cóctel de langostinos, o pastel de pescado decorados dando rienda suelta a la imaginación y a las gelatinas. ¿Y qué decís de los huevos duros y pechuguitas de pollo, envueltos en bechamel y rebozados? Seguro que os estáis regodeando, pero no lo vais a confesar, pecadores. Y todo ello amenizado con los mejores momentos de la tele (clásicos como Las Grecas o Martes y Trece).
6. Productos que están lanzándose al mercado. Ningún vino empezó siendo prohibitivo. Innovar también nos abre a oportunidades, antes de que se suban a la parra. Busca en todos los lineales un producto que no conozcas, y… quien no se arriesga no cruza el mar.
7. Aprovechar las sobras. Un culillo de cava puede dar un toque a la salsa del pescado; un trocito de turrón y alguna fruta seca van muy bien al relleno del capón; un chorrito de whisky, a la salsa rosa de los espárragos. Y los días que mejor se come del año son el 26 de diciembre y el 2 de enero, si se ha cocinado con estrategia. Unos tarritos de caldo casero en el congelador y unos fideos son los mejores aliados, no Aneto.
8. Hacer juegos y coreografías, y no comer ni beber tanto. Que luego se hace cuesta arriba bajarlo, y entran las prisas en junio.
Seguro que nos hemos quedado cortos, y que sabéis vosotros aún más trucos para ahorrar en estas comidas. No seáis sosos, y ponedlos en comentarios. Aunque aún hay afortunados que tienen cesta de Navidad, parece que eso se está empezando a dejar de llevar. No contemos con ello, pero quien la tenga, ya sabe. Y si no, siempre quedará la pedrea del Gordo para un caprichito de última hora, que son dos días.
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